“Cada instante puede ser
bello”
e negué todo al Padre
Quirós", dice Fernando González en Los Negroides. Y añade: "Negué
el primer principio filosófico, y el Padre me dijo: 'Niegue a Dios; pero el
primer principio tiene que aceptarlo, o lo echamos del colegio' . Yo negué a
Dios y el primer principio, y desde ese día siento a Dios y me estoy liberando
de lo que han vivido los hombres".
Somos más esclavos que libres
por decisiones equivocadas. Amar es una decisión, odiar es una decisión,
trabajar es una decisión, hacer pereza es una decisión, al menos inconsciente.
Según el diccionario, decidir es cortar la dificultad, formar juicio definitivo
sobre algo dudoso o contestable. Decisión es firmeza de carácter. El ser
humano es lo que decide.
Hay personas que afirman: Si hace
eso tendrá que pasar por encima de mi cadáver. Y lo cumplen. Job decía:
"Aunque me mates seguiré confiando en Ti" (13, 15). Este personaje
bíblico termina afirmando: 'Reconozco que lo puedes todo... Te conocía sólo
de oídas, ahora te han visto mis ojos' (42, 2.5). El sufrimiento purificó su
corazón y lo volvió infinitamente sutil para percibir a Dios, tanto en la
prosperidad como en la adversidad, llenando de sentido su existencia, gracias a
su decisión de tenerle una confianza ciega.
Vivimos claudicando: 'eso es muy
humano' . Así justificamos la pereza, el egoísmo, la codicia, la lujuria, la
tristeza, la desconfianza, la rabia, el pesimismo, el odio, la violencia. La
lista es interminable. Nos consolamos engañándonos. Los sentimientos negativos
rebajan, matan; nos quitan el poder de ser dueños de nosotros mismos.
Es humano, más bien, que yo
cultive la confianza, la alegría, la fortaleza, la paciencia, la comprensión,
el perdón, el amor. Mi tarea es que yo me conozca, me cultive, me exija y dé
el ciento por ciento de lo que la Providencia hace de mí en cada instante.
En Los Proverbios, sublime libro
de sabiduría bíblica, se dirige una mirada profunda a la vida cotidiana.
"Para el afligido todos los días son malos, /pero el corazón feliz está
siempre de fiesta" (15, 15). Es sabio quien decide lo que quiere mediante
el cultivo de sentimientos positivos. Amar es una decisión; lo mismo ser
alegre, acogedor, generoso, valorarse y perdonar también lo son. Las decisiones
determinan el comportamiento.
El ser humano es dueño de sus
sentimientos. Como las plantas, sin cultivo no florecen ni fructifican. Quien
vive de apegos, se derrumba al desaparecer el motivo de los mismos. En la medida
en que hay apego, no hay amor. El amor irradia luz, confianza, generosidad. Por
amarlo sin apego, despido al amigo con serenidad, alegría y fortaleza.
Quien cultiva buenos sentimientos
tiene poder, empoderamiento. Los malos sentimientos quitan poder, desapoderan.
La educación debe orientarse ante todo a la selección y cultivo de los
sentimientos. Amar todo sin apego a nada es expresión perfecta de sabiduría,
sobre todo, si ésta se entiende como esfuerzo por descubrir las leyes
escondidas que rigen la naturaleza, la vida.
Fernando González
hace esta
invitación: "Sentémonos a la puerta de todo lo bello hasta hacerlo
nuestro por el método emocional". Y añade: "Cada instante puede ser
bello, santo, heroico, tanto como queramos, pues somos nosotros los que ponemos
el significado en ellos". Y San Juan de la Cruz usa un hermoso diminutivo
al traducir la Biblia: "El que por la mañanica madrugare a la sabiduría,
no trabajará, porque la hallará sentada a la puerta de su casa"
(Sabiduría 6, 14). Es sabio quien cultiva los sentimientos que, lejos de todo
apego, manifiestan el amor que empapa el comportamiento cotidiano.
P. Hernando Uribe Carvajal,
ocd
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