Memoria: anticipo del futuro
en el presente
Según San Juan de la Cruz:
o que pretendemos es que
el alma se una con Dios según la memoria en esperanza; y que lo que se espera
es de lo que no se posee; y que cuanto menos se posee de otras cosas, más
capacidad hay y más habilidad para esperar lo que se espera y consiguientemente
más esperanza; y cuantas más cosas se poseen, menos capacidad y habilidad hay
para esperar, y consiguientemente menos esperanza; y que según esto, cuanto
más el alma desaposesionare la memoria de formas y cosas memorables que no son
Dios, tanto más pondrá la memoria en Dios y más vacía la tendrá para
esperar de él el lleno de su memoria; lo que ha de hacer, pues, para vivir en
entera y pura esperanza de Dios, es que todas las veces que le ocurrieren
noticias, formas e imágenes distintas, sin hacer asiento en ellas, vuelva luego
el alma a Dios en vacío de todo aquello memorable con afecto amoroso, no
pensando ni mirando en aquellas cosas más de lo que le bastan las memorias de
ellas para entender y hacer lo que es obligado, si ellas fueren de cosa tal.
Y esto, sin poner en ellas afecto
ni gusto, porque no dejen efecto de sí en el alma; y así, no ha de dejar el
hombre de pensar y acordarse de lo que debe hacer y saber, que, como no hay
aficiones de propiedad, no le harán daño (Subida 3, 15, 1).
Las operaciones de la memoria y
de las demás potencias en este estado (de unión) todas son divinas, porque
poseyendo ya Dios las potencias como ya entero señor de ellas por la
transformación de ellas en sí, él mismo es el que las mueve y manda
divinamente según su divino espíritu y voluntad.
Y entonces es de manera que las
operaciones no son distintas, sino que las que obra el alma son de Dios y son
operaciones divinas; que, por cuanto, como dice S. Pablo (1 Cor 6, 17), el que
se une con Dios, un espíritu se hace con él, de aquí es que las operaciones
del alma unida son del Espíritu Divino, y son divinas (Subida 3, 2, 8).
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"En la interior bodega / de mi
Amado bebí."
Así como la bebida se difunde y
derrama por todos los miembros y venas del cuerpo, así se difunde esta
comunicación de Dios sustancialmente en toda el alma, o, por mejor decir, el
alma se transforma en Dios, según la cual transformación bebe el alma de su
Dios según la sustancia de ella y según sus potencias espirituales.
Porque según el entendimiento
bebe sabiduría y ciencia, y según la voluntad bebe amor suavísimo, y según
la memoria bebe recreación y deleite en recordación y sentimiento de gloria.
… Y según la memoria bebe
allí el alma de su Amado, está claro que está ilustrada con la luz del
entendimiento en recordación de los bienes que está poseyendo y gozando en la
unión de su Amado.
Esta divina bebida endiosa y
levanta alma y la embebe en Dios (Cántico esp. 26, 5.9).
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